martes, 12 de mayo de 2009

Adios querida Camila


El más triste día para su madre
En medio del dolor por la muerte de su hija, el padre anunció que buscará querellarse contra el hospital de Chillán.

"Hoy que Camila se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río/ Hoy que Camila se va, una estrella se ha prendido, la que ilumina el hogar donde está Diego dormido/ Hoy que Camila se va, se queda un árbol caído, que no se puede levantar porque al cielo ya ha partido".
Así decía la canción que le dedicó el profesor de folclore Luis Gómez Soto a Camila Díaz Toro, alumna del cuarto medio B del Liceo Martín Ruiz de Gamboa de Chillán, quien con sólo 18 años falleció en extrañas circunstancias, aunque todo apunta a que la joven domiciliada en el sector de Oro Verde sufrió un paro cardiaco.
Aquejada por fuertes dolores en el pecho y en sus piernas, su familia la trasladó -infructuosamente, dado que no la atendieron- la tarde del pasado miércoles al Hospital Herminda Martin de Chillán, y al regresar al consultorio del Barrio Ultraestación (donde la habían llevado el lunes anterior para que la revisaran, recibiendo sólo vitaminas) la enviaron de vuelta a su casa por falta de hora para atenderla. Después de aquello, falleció ese mismo día cerca de la medianoche.
Es por eso que en los funerales de quien fuera recordada como la mejor alumna del liceo, la tristeza se mezcló ayer con la impotencia y la incertidumbre de saber exactamente qué fue lo que hizo que Camila perdiera la vida.
Así, un frío y lloviznoso 10 de mayo, su padre, Ruperto Díaz, manifestó que "obviamente no es la forma en que Sonia (la mamá de la niña) debiera pasar el Día de la Madre, pero al menos ya está un poco más tranquila".
El funeral ya había terminado y ceca de las 300 personas, entre familiares, amigos, compañeros de curso y vecinos de su comunidad, más el alcalde Sergio Zarzar, se acercaron a la destrozada familia para manifestarles su cariño y solidaridad.
Previo a esto, y mientras el féretro que llevaba a Camila hacia el nicho donde reposará su cuerpo estaba a punto de ser alzado, la familia pidió unos breves minutos para levantar por última vez la tapa y ver su rostro en paz, sólo una oportunidad más.
El golpe emocional no dejó indiferente a nadie y una suerte de tristeza colectiva se apoderó del lugar, que de pronto se volvió silencioso, dejando sólo que el sonido de un riachuelo contiguo y el del viento que hace llorar a las ramas de los sauces escondieran los gemidos y sollozos que a duras penas algunos lograban contener.
Con este silencioso telón de fondo surgieron los incontenibles gritos de Diego, quien llamaba insistentemente a su hermana mayor.
Cuando la tapa se cerró, simplemente su mamá sintió que las piernas perdían fuerzas y se desmayó, siendo sostenida de inmediato por su hermano, su hijo y uno de sus sobrinos.
"Una de nuestras mejores alumnas, sin lugar a dudas, se fue y nos dejó un gran mensaje, el que espero que todos nuestros alumnos, que muchos de ellos están aquí, lo sigan y que juntos agradezcamos a su familia por permitirnos conocerla. El respeto, el cariño, la perseverancia son ejemplos que Camila nos dejó, y estas son cualidades que las destacan sus profesores, sus compañeros, y esa formación se la debe a sus padres", dijo Armando Aguirre, profesor del Liceo Martín Ruiz de Gamboa, para despedir a una de sus hijas predilectas que logró ser querida por todos y deslumbrar por su buen rendimiento y porque jamás tuvo una anotación negativa.
Para una madre no hay mejor premio. Aunque ayer haya sido el primer Día de la Madre sin su hija.